Extrañezas de extrañar
y te extraño.
Te extrañaran mis mañanas
mis colores y yo.
Calman las aguas al sol
Sonríe ardiente el cielo.
Caminan mis dolores y
se curan en tu abrazo.
Las piernas pesan al ver
que tanto queda aún.
Y recorro un viaje decorado
de sutiles desperfectos azules.
Calman las aguas al sol
que yace quemando mi espalda.
Saludan las palomas al viaje
que llevo a las afueras del tiempo.
martes, 4 de agosto de 2009
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1 comentario:
Qué extraño.
Mientras volvía a ese lugar en el que las horas pasan como estrellas fugases porque quieren volver a detenerse a su lado, no pude descartar de mi vista su mirada, no pude quitarme la fragancia de su cuerpo, no pude olvidarla aunque sea por un minuto.
Qué extraño.
Las calles danzaban a mi lado sin que yo me percatara.
Las personas parecían fantasmas indiferentes.
Los ruidos solo zumbaban en la oreja de la nada.
Y una tímida sonrisa nunca dejó de garabatear mi boca.
Qué extraño.
¡Momento!
¿No era este un sabor del pasado no muy remoto?
¿No era este un dolor que supo cómo huir despacio, y sin despedirse?
Qué extraño.
Mi corazón ha latido fuerte todo el día.
Mi corazón ha de latir fuerte toda la noche.
Mi corazón yace ahora agotado, y una tímida sonrisa moldea sus suspiros.
Mi corazón dice: qué extraño. He ahí de nuevo.
¿Qué extrañamos cuando extrañamos eso extraño que nos hace extraños?
¿Qué extraño tanto de ella?
Te extraño entera.
Je t’aime.
Merci beaucoup.
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