miércoles, 1 de octubre de 2008

..una.nena..

Permití, casi inconcientemente que me invadiera el territorio.
Mi aprendizaje en ésto, es notable. Me di cuenta a tiempo para darle fin
La eché. La saqué. La fundí en su propio malestar.
Qué bien se siente. Y es más, no se si alguna vez sentí algo como esto.
En este plano, no se si alguna vez me tuve fe.
En este plano es donde me resulta más difícil creer en mí.
Me siento dichosa, orgullosa y feliz.
Esta vez vencí. Y vencí concientemente. Me di cuenta a tiempo y le di fin.
No fue casual.
No fue mera suerte.

Fue real, es real. Lo está siendo y me está haciendo feliz.
¿Abarcativa la palabra feliz verdad?

“Algunos de nosotros todavía sonreímos en los ojos de aquellos que sólo saben sonreír…”

Todos nosotros fuimos “aquellos” y también todos nos vimos obligados a aprender a no sonreír en determinado momento de nuestra vida.
Nacés y no sentís angustias, o mejor dicho sí. Pero son aquellas que tienen más que ver con la supervivencia, más allá de ser un ser humano.
Simplemente por nuestra condición de animales en este mundo.
Crecés y de a poco te vas integrando al mundo.
Te vas contaminando y consumís cada vez más y de a poco, el aroma a roca erosionada por el agua sucia que cae de una cascada en el fin del mundo.
Crecés un poco más y descubrís nuevas tristezas. Nuevas angustias. Y a la vez, te encontrás en tu lugar.
Por momentos te dan unas inmensas ganas de expresar lo feliz que te sentís.
Lo FELIZ QUE SOS.
Llega el momento, y como todo ser vivo, por lo general, te reproducís.
Y ahí si, recuperas un poquito de toda esa paz. De todas esas ganas interminables de sonrisas, sonrisas y mas sonrisas. Entontrás a ese chiquito que fuiste, por que lo ves parecido a vos. Lo sentís parecido a vos. Lo sabés parecido a vos. ES PARECIDO A VOS por que es PARTE de vos.
Le enseñás. Ves como aprende, como crece; sin darte cuenta le hacés lo mismo que te hicieron a vos. Y lo introducís al mundo. A TU mundo, a este mundo contenedor de diversas emociones.
A un mundo del cual tenés que formar parte tarde o temprano. Ese que, por momentos, él va a amar. Y del cual, por otros, va a querer desaparecer.
Quizá eso te de culpa alguna vez…
Se generan muchos conflictos, pero le das lo mejor de vos.
Y si hay algo que jamás perdes, es la posibilidad de encontrarte segundo a segundo dentro de sus ojos. Encontrarte a vos y descubrirte en tu mejor creación.

“Algunos de nosotros todavía sonreímos en los ojos de aquellos que sólo saben sonreír."


Ayer, por la calle, miré una nena (de no más de un año y medio). Feliz, cantaba (o imaginaba) una canción, una melodía, mientras paso a paso, descubría el mundo. Se veía en el gesto de su carita la emoción de comprender el arte de caminar (que sin duda es algo nuevo para ella)
Le sonreí y el sol brilló más fuerte. Ella me miró y sonrió (como bien sabe hacer, por que no conoce de tristezas).
Su mama percibió la ternura en mis ojos y también sonrió.
Por que ella transita ese camino. Y se volvió a encontrar, hace poco, en la dulzura que transmite la nenita con sólo una sonrisa. Con sólo su mirada pulcra, suave… intensa.
Y me lo prestó un ratito. Me sonreí un ratito. Me descubrí en ella y en su ingenuidad. En su inseguridad y su necesidad de tener siempre alguien pendiente de ella.

Me comprendí como mujer en este mundo lleno de polución. Pensé en alguna armonía, la tarareé y dejé que toda la felicidad saliera de mis ojos.
Me sentí feliz…

Fui feliz… soy feliz.
Le agradezco enormemente a esa pequeña, que siquiera sabrá nunca nada de mí, pero que un miércoles cualquiera saliendo del trabajo, me permitió valorar un poquito mas este mundo.
Comprender y disfrutar la magia.

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