martes, 30 de septiembre de 2008

..un.fin.de.semana.en.primavera...

Y en la mañana siguiente comprendí todo.
Fue en ese momento, cuando pude finalmente verme en sus ojos y descubrir nuevamente la magia en la mirada.
Y hacer referencia a las palabras, que la misma brisa que me recorría en cuerpo en ese momento, se llevó la noche anterior, y las hizo volar.
En mi cabeza, en mi pensamiento y en mi sensación.
Y esa mañana, finalmente comprendí todo.
Entendí su paz.
Entendí el por qué de su mirada, y todo cobró sentido. Todo se volvió más claro. Amaneció.
Era una mañana de lluvia en armonía, paz y felicidad.
Cuánta grandeza, cuánta vivencia y cuánta paz en sus fraseos. Su vida, como una canción.
Al principio se me dificultó el camino hacia la comprensión. Su mirada, horas antes era tímida, cuidada, medida; guardada tras un manto, tras un velo, tras vergüenza quizás.
Pero cuánta sensibilidad, cuánta vulnerabilidad al afuera y cuánta mas a su interior, divisé detrás de las enormes pestañas que recubren sus ojos. Se dejó llevar y disfrutamos de eso finalmente.
Pero insisto, todo quedó claro cuando juntó las palabras, hiló las vivencias y deletreó las oraciones que hicieron que todo cobrara forma.
Su claridad e instinto vienen de la mano de los seres más inteligentes de este planeta. Esos que no saben expresar todo lo que conocen y es ahí donde está su magia. Trabaja de lo más lindo en lo que se puede trabajar. A él, le toca enseñar.
Le toca ser un maestro reconocido por todos. Pero él... es maestro de los maestros.
Alguien me enseñó ese mismo fin de semana, que venimos a este plano a ser eso…
ser maestros de algunos.
Y aprender de otros. Y tuve una vibración que me aseguró que su metáfora tiene un fundamento.
Me emocioné hasta las lágrimas cuando habló de su experiencia. Admiro cuando la gente se expresa con tanta liviandad. Me siento chiquita al lado de aquellos que vinieron a mí a enseñarme algo. Los escucho atenta, como si perteneciera a ese grupo de pequeñas enormes personas. Esos maestros natos de los que hablo.
Nada tuvo desperdicio.
Fueron momentos inolvidables, muy ricos. Vivencias que van formando nuestra personalidad. Encontré la complicidad que buscaba. Me encontré a mí en los demás.
Descubrir la magia en la mirada es aprender a mirarte vos en los ojos de aquellos que merecen tu paz .
Despertar a su lado es la mismísima felicidad elevada a términos que no pertenecen a este lugar. No tiene posible descripción… Conocer, descubrir, reafirmar y confirmar. Abrir el alma y sencillamente dejarse caer.
Experimentar, ampliar el conocimiento y sentirte parte.
Increíbles personas me acompañan. Increíbles maestros van de la mano conmigo.
Sin tocarme, caminan simplemente en el paralelo de mi sendero.
Me refuerzan las teorías.